Tijuana es el último paso antes de llegar al “sueño americano”. Es la cuarta ciudad más importante de México, debido a su multiculturalidad, y la más poblada de Baja California.
Sin embargo, el 70 % de los migrantes que llegan a la región fronteriza no busca quedarse. De acuerdo a activistas, a ciudades como tal se les denomina “tercer espacio”, una zona que no cuenta con personalidad propia.
Tan solo en lo que va del año, más de 40 000 migrantes han llegado a Tijuana, huyeron de la violencia de su país en busca de una mejor calidad de vida, y a pesar de que esta ciudad mexicana ofrece empleos y regularización de estatus migratorio, son ellos mismos quienes lo rechazan y deciden enfrentarse a peligrosos panoramas que ponen en riesgo su vida y la de cientos de menores.
Fue hace cuatro años cuando se registró la llegada masiva de haitianos a Tijuana, y al ver que las leyes migratorias de EE.UU. no les permitirían obtener un permiso o asilo para residir y trabajar allá, optaron por quedarse en la ciudad.
Cientos ya cuentan con trabajo y regularizaron sus papeles, sin embargo, los migrantes provenientes de Centroamérica no piensan interrumpir su objetivo y a pesar que son miles los que aún se encuentran en albergues de Tijuana o se observan deambular por las calles, cada semana intentan cruzar la frontera.
Después de un largo trayecto, salir de su lugar de origen, recorrer de principio a fin un país que no es el suyo, pagar coyotes, pasar horas sin dormir, sin comer, es al llegar a la frontera en estos barrotes, donde los sueños se ven interrumpidos.
Estephania Báez, Tijuana.
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