“Las tensiones en el Oriente Medio están aumentando. Estoy profundamente preocupado por la situación actual”, ha declarado este lunes el primer ministro de Japón, Shinzo Abe.
Y por ello, para evitar el aumento de las tensiones tras el asesinato del comandante de la Fuerza Quds, del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Soleimani, en un atentado de EE.UU. en Bagdad, capital iraquí, Abe ha llamado a todas las partes a recurrir a la “diplomacia”.
Tokio “hará su contribución” enviando personal de las Fuerzas de Autodefensa Marítima para garantizar la seguridad de la navegación en Oeste de Asia, excluyendo el estrecho de Ormuz, ha dicho el premier japonés.
Aunque, según las autoridades japonesas, la decisión de desplegar fuerzas japonesas en el Oriente Medio es independiente del plan de EE.UU. para crear una coalición naval so pretexto de salvaguardar la libre navegación de buques petroleros en el Golfo Pérsico, cientos de nipones se manifestaron ya la semana pasada en contra de la medida de Tokio.
Los manifestantes aducen que la medida del Gobierno de Tokio solo provocará más tensiones en la región.
Sin embargo, Abe insiste en que la decisión de Japón tiene como objetivo garantizar la seguridad en la región y reducir las tensiones, fuertemente agravadas tras el ataque estadounidense en Bagdad que acabó con la vida de Soleimani y del subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis.
El atentado estadounidense ha provocado condenas internacionales: diferentes Estados denuncian que el asesinato solo contribuirá a aumentar las tensiones a nivel regional.
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El Parlamento iraquí, por su parte, aprobó el domingo una resolución, pidiendo la expulsión de las fuerzas militares norteamericanas que están desplegadas en su suelo y que violan la “soberanía” del país árabe.
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