La primera ministra británica, Theresa May, ha cerrado un Congreso del Partido Conservador que pasará a la historia pero no por los motivos deseados. Tras un ataque de tos y la intervención de un cómico que le ha entregado un formulario de la declaración de la renta, la premier ha tenido que lidiar también con las consecuencias de los malos resultados de las elecciones de junio, perdiendo su mayoría absoluta y soportando los órdagos de su ministro de exteriores quien se perfila como próximo líder conservador.
May, tal y como dijo su rival Jeremy Corbyn la semana anterior desde el congreso laborista de Brighton, sabe que el centro político está virando, y mostró humildad a la hora de afrontar los sueños de la gente.
Tras afirmar que los líderes se crecen con la adversidad, May hizo autocrítica por el resultado de las elecciones y mostró a los presentes su idea de cómo lograr el sueño británico, comenzando con una regulación de las tarifas energéticas, una inversión de 2000 millones de libras en vivienda accesible y vivienda pública, una revisión de la estrategia de salud mental y un futuro cercano con Europa.
Han pasado menos de 6 meses desde las últimas elecciones generales y lo que tendría que haber sido una fiesta para la primera ministra, se ha convertido más bien en una lucha por su supervivencia. Aún así, Theresa May ha conseguido agrupar a su partido durante este discurso, en el cual ha prometido trabajar para el pueblo, sin embargo, en Manchester, muchos de los aquí presentes no confían en el discurso de la primera ministra.
Desde la calle, continuas protestas durante los cuatro días de congreso ponen de manifiesto la delicada posición de la primera ministra, quien una vez más parece volver a tomar las riendas de su partido, pero hasta cuándo.
Ian Diez, Manchester.
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