“Juntos vamos a tener que seguir dando pasos para garantizar algunas cosas, no menos importante entre ellas es que menos migrantes se embarquen en el peligroso viaje a Estados Unidos”, afirmó el miércoles el alto cargo estadounidense.
Biden, designado por el jefe de Estado de EE.UU., Barack Obama, para atender las relaciones con Centroamérica, hizo estas declaraciones al final de su reunión en la Casa Blanca con los presidentes de El Salvador, Honduras y Guatemala, Salvador Sánchez Cerén, Juan Orlando Hernández y Jimmy Morales, respectivamente.
Juntos Vamos a tener que seguir dando pasos para garantizar algunas cosas, no menos importante entre ellas es que menos migrantes se embarquen en el peligroso viaje a Estados Unidos”, manifestó el vicepresidente estadounidense, Joe Biden
Biden también instó a los mandatarios a desplegar todos sus esfuerzos con el fin de luchar contra la corrupción y erradicarla. “Es en el interés de Estados Unidos ayudar a nuestros vecinos a avanzar en seguridad y prosperidad en la región”, agregó.
Asimismo, llamó a los Gobiernos centroamericanos a mostrar avances en la erradicación de la corrupción, mejora de la seguridad y disminución de la pobreza con el objetivo de convencer al Congreso estadounidense de aprobar nuevos recursos para dar continuidad de estos proyectos el próximo año.
El funcionario estadounidense destacó las altas posibilidades de desarrollo de Centroamérica y afirmó que estas podrían incrementarse con la implementación del Plan Alianza para la Prosperidad, que incluye a los tres países.
Entre los objetivos del mencionado plan resaltan el combate a los carteles de la droga y la reducción de los niveles de migración, precisó Biden al tiempo que explicó que al recuperar la seguridad, no habrá motivo para salir de un país por miedo y otros motivos relacionados.
A finales del año pasado el diario estadounidense The Washington Post reveló que el Departamento de Seguridad Interna (DHS, por sus siglas en inglés) norteamericano preparaba un plan de redadas para deportar en enero de 2016 a "centenares" de familias centroamericanas que habían entrado a Estados Unidos sin la documentación pertinente.
El Ejecutivo de Obama ha recibido contundentes críticas por su política de deportaciones, después de haber dado esperanzas de legalizar temporalmente a unos 5 millones de indocumentados, algo que no cumplió dado que los tribunales frenaron tal medida.
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