La Semana de acción por el TPS o Estatus de Protección Temporal en Washington atrae a miles de beneficiarios de esta medida migratoria. Muchos de estos trabajadores dieron toda su vida para enriquecer a este país, pero hoy se ven forzados a exigir sus derechos y los de sus hijos estadounidenses.
Como suele ocurrir, en tiempos de campaña, los Demócratas prometieron una vía a la residencia para los contribuyentes tepesianos. Allí quedó todo, en promesas.
El supuesto alivio migratorio viene y va entre costosas renovaciones y la incertidumbre característica de un estrato al cual se le roba su juventud y trabajo, pero luego amenazarle con deportaciones y separaciones familiares.
Al Gobierno de EEUU le gusta autodenominar a la nación como una nación de inmigrantes. Sin embargo, el título de orgullo sólo aplica a aquellos inmigrantes que proceden de países favorables al estatus quo racial de las élites políticas y económicas del país. No todos son iguales ante la ley y no todos son bienvenidos.
Especialmente si estos comulgan con otros polos de opinión y criterio, líderes sociales apuntan a que la raíz de la crisis migratoria es consecuencia de las décadas y décadas de intervencionismo estadounidense en la región.
Marcelo Sánchez, Washington
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