Según documentos de la investigación que dirige un tribunal de Houston, dados a conocer por medios locales, la acusada envió sendos paquetes bomba de fabricación casera al exmandatario y al gobernador de Texas, Greg Abbott.
Este último llegó a abrir el paquete que recibió, pero el dispositivo no explotó debido a que no lo abrió de la manera en que estaba previsto que lo hiciese. Según informó el jueves el diario local The Washington Post, estos paquetes podrían haber mutilado o incluso matado a Obama y Abbott.
Las pistas obtenidas con los mismos paquetes explosivos, incluidas una cajetilla de tabaco y el tapón de un frasco, llevaron a los investigadores hasta Poff.
Los detectives determinaron que el paquete de cigarrillos se había comprado en una gasolinera cercana a la casa de la mujer, en Brookshire (Texas), a unos 50 kilómetros de Houston, y que el tapón correspondía al frasco de una salsa para ensaladas que, según los investigadores, Poff había comprado para una “cena de aniversario”.
Sin embargo, la prueba definitiva fue un pelo adherido a la etiqueta de uno de los paquetes bomba, en concreto el enviado a Obama, que resultó pertenecer a uno de los gatos de la mujer.
En el domicilio de Poff, la policía también encontró gran cantidad de fuegos artificiales y pólvora negra semejante a la utilizada para elaborar los explosivos.
La mujer, al parecer, estaba furiosa con las autoridades federales y estatales, así como con el Seguro Social, debido al pago de una pensión y porque se le había negado una subvención oficial.
Poff se ha declarado inocente de los cargos, pero si es encontrada culpable podría ser condenada a diez años de cárcel.
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