Según varias fuentes consultadas por la agencia estadounidense Bloomberg, aunque se venía especulando con que May esperaría hasta finales del próximo año para desencadenar ese proceso, en realidad la política conservadora baraja no hacerlo más tarde del mes de abril de 2017.
El Reino Unido ha rechazado poner fecha al inicio de esas conversaciones porque, en cuanto lo haga, comenzará a correr el plazo de dos años que impone la legislación europea. También influye la poca fe que buena parte de los votantes del país tiene en el proceso, y que fue aprobado en votación pero que ahora cuenta con poco apoyo público.
Las fuentes consultadas recuerdan que el proceso electoral para elegir presidente de la República en Francia se abrirá en el cuarto mes del próximo año. Está además la cumbre de líderes de la UE, que se celebrará en marzo y que podría ser el escenario ideal para invocar el artículo 50 del Tratado de Lisboa (2009), única norma que regula la posible salida de un estado miembro del bloque comunitario.
En todo caso, el Reino Unido ha ganado desde finales de junio un tiempo precioso al negarse a notificar formalmente su voluntad de salir del bloque, puesto que no solo ha conseguido formar un nuevo gobierno elegido prácticamente ad hoc, sino que también ha comenzado a buscar un equipo de asesores y negociadores que se encargará de sentar las bases para que la desconexión sea lo menos traumática posible.
El 51,9 % de los ciudadanos británicos escogió el pasado 23 de junio romper los lazos entre su país y la UE, frente a un 48,1 % que prefirió mantenerse en el bloque regional en un referéndum al que asistieron el 72,1 % de votantes. Como consecuencia, David Cameron anunció su dimisión al cargo de primer ministro.
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