• El idioma español se proyecta mundialmente sin perder su esencia.
Publicada: miércoles, 22 de junio de 2016 17:49
Actualizada: sábado, 28 de marzo de 2020 4:09

Uno de los rasgos más importantes por los que se distingue la lengua española es su capacidad de avenirse con palabras ajenas, de acuerdo con un artículo de la venezolana Prensa Ivic.

Vocablos indígenas como “chocolate”, “tomate”, “bohío”, “cazabe”, “cachicamo”, “ají” y “canoa” fueron asimilados por los ibéricos durante los contactos iniciados entre ambos grupos humanos en el siglo XVI. Más recientemente, la Real Academia Española (RAE) ha aceptado tecnicismos ingleses relacionados con la tecnología, tales como “internet”, “blog”, “hacker”, “wifi”, “tuit”, “dron” y “chat”.

¿Qué nos sugieren esos préstamos lingüísticos, en un mundo con casi 600 millones de hispanoparlantes (de los cuales unos 500 millones lo hablan como primera o segunda lengua) y donde el español es el idioma oficial de 21 países? Similar a los seres vivos, el idioma aprende cosas nuevas para sobrevivir. Evoluciona, cambia, se renueva constantemente, porque así lo hacen sus creadores.

“Las lenguas no tienen una vida independiente de sus hablantes y es interesante cómo a través del español se transfirieron muchos indigenismos a otras lenguas”, explica el jefe del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), Horacio Biord Castillo.

Distribución geográfica de la lengua española.

 

Siempre ha habido interacción entre el idioma español y las lenguas nativas, y de esa relación histórica han surgido alteridades y aproximaciones, indica por su parte la docente Rosalina García, individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua (AVL).

De allí han surgido, por ejemplo, muchos venezolanismos, aquellas palabras o usos propios del español hablado en Venezuela. En la edición 2014 del diccionario de la RAE fueron aceptados 10 venezolanismos: “borona”, “chamo”, “emparamar”, “faramallero”, “leche” (“suerte”), “mecate”, “pana”, “pasapalo”, “rasca” y “sócate”.

Ese intrínseco vínculo entre la lengua y la historia enriquece el idioma y facilita su expansión. “Somos una potencia lingüística. El español es una lengua masiva, plural, diversa y territorial. Es un instrumento de dominio comunicacional muy relevante que no está exento de peligros”, según García.

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