Villamir Rodríguez, tenía 17 años y caminaba solo por una zona rural de la región fronteriza El Tarra, cuando los militares del Ejército, le detuvieron y le dispararon a quemarropa. Él no había cometido ningún delito, pero los uniformados querían pasarlo como un guerrillero caído en el combate. Sin embargo, él sobrevivió y logró escapar para narrar así los hechos 15 años después.
Según La Jurisdicción Especial para la Paz, el tribunal que surgió del acuerdo de paz de 2016 con la extinta guerrilla de las FARC, los uniformados del ejército cometieron, al menos, 6402 asesinatos de civiles en todo el país entre 2002 y 2008 para inflar sus resultados en la lucha antiguerrillera. Se considera de uno de los episodios más oscuros del conflicto armado en Colombia.
La semana pasada, un grupo de exmilitares compareció ante La Jurisdicción Especial para la Paz para confesar sus crímenes.
Sin embargo, para los familiares de las víctimas, reconocer los crímenes es una verdad a medias. Ellos insisten en conocer los nombres de los altos cargos que dieron la orden de estos crímenes.
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