El proyecto de ley recibió luz verde del Senado al cabo de una agitada sesión. Como último intento para luchar contra la aprobación de la iniciativa varios senadores ocuparon la mesa del plenario.
En respuesta el presidente del Senado decidió suspender la sesión, apagando las luces del plenario y bloqueando sus accesos. Los descontentos senadores siguieron varias horas con su sentada pese a la oscuridad.
Los senadores opositores consideran la reforma como nefasta para la vida de millones de trabajadores brasileños, lamentando que acabará con históricos derechos laborales.
Los sindicatos a su vez denuncian que la reforma laboral reduce la seguridad en el empleo mientras debilitaba su poder organizativo. Entre otros, la iniciativa determina el fin de la cotización sindical obligatoria.
Aún así, el presidente brasileño, inculpado formalmente de corrupción, sostiene que sus reformas apuntan a generar empleos, en un país con 13,8 millones de desocupados.
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