Según informaron el viernes medios locales, las fuerzas saudíes lanzaron, en represalia, varios proyectiles contra las localidades de Al-Zarah, Al-Dirah y Al-Masura, en Al-Awamiyah.
Asimismo, las fuerzas del régimen de Riad continuaron con la destrucción de mezquitas y centros islámicos chiíes a fin de “exterminar” a la población chií del reino.
Durante los 10 días del asedio impuesto a la región y so pretexto de renovar los barrios de Al-Awamiyah, las excavadoras saudíes han destruido las casas de la población chií en la zona, al tiempo que impiden las entradas y las salidas en toda la región.
Desde el pasado 10 de mayo, las fuerzas saudíes han lanzado operaciones militares contra Al-Awamiyah, recurriendo al empleo de helicópteros y armas pesadas en las mismas. Hasta el momento, dichos operativos han dejado decenas de muertos y heridos, incluidos varios niños.
Las autoridades saudíes alegan que la situación en la región se volvió violenta porque “los criminales involucrados en el narcotráfico y la venta de armas”, como tachan a los chiíes del país, abrieron fuego contra las fuerzas gubernamentales.
Actualmente, la población civil carece de acceso a agua potable, energía y electricidad.
Conforme a lo relatado por un residente local bajo condición de anonimato, los 25.000 habitantes de Al-Awamiyah viven, en los últimos días, con el miedo constante a ser arrestados, atacados o asesinados.
De hecho, mientras Riad sostiene tener planes para renovar enclaves históricos de la zona con más de 400 años de antigüedad, la relatora especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Vivienda, Leilani Farha, ha advertido que el polémico proyecto amenaza el legado histórico y cultural de Al-Awamiyah, y podría causar un “daño irreparable”.
Desde febrero de 2011, la provincia Oriental de Arabia Saudí ha sido escenario de marchas pacíficas en demanda de reformas políticas en el reino, libertad de expresión, la liberación de los presos políticos y el fin de las discriminaciones sectarias.
Sin embargo, la respuesta saudí ha sido recurrir a la mano dura y reprimir todas las marchas opositoras. En 2016, el régimen de Riad ejecutó al gran líder de los chiíes del país, el sheij Nimr Baqer al-Nimr, junto a un grupo de cerca de 50 opositores, lo cual provocó una fuerte ola de condena nacional e internacional.
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