El domingo, las autoridades afganas y la propia insurgencia confirmaron la muerte de Mulá Ajtar Mansur, un dirigente hostil a las negociaciones de paz, en un ataque aéreo con un vehículo no tripulado (dron) de Estados Unidos en territorio paquistaní, en una localidad cercana a la frontera con Afganistán.
En un informe publicado este lunes, la agencia francesa de noticias AFP dice que es “muy probable” que se reaviven las disputas intestinas y la lucha por la sucesión entre los jefes de Talibán.
La reanudación de las luchas internas de los jefes talibanes podría brindar un respiro a las fuerzas de seguridad afganas, pero también allanará el terreno para el fortalecimiento del grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe), que busca extender su influencia en Afganistán, aduce el medio.
Mulá Mansur Ajtar asumió el liderazgo de Talibán en julio de 2015, tras el anuncio de la muerte, dos años antes, del fundador del grupo armado, Mulá Mohamad Omar.
Teniendo en cuenta los cruentos enfrentamientos habidos tras la desaparición de Omar, la muerte de Mansur hace temer una nueva ola de atentados en Afganistán.
No obstante, la fuente ha subrayado que el asesinato de Mulá Mansur por parte de EE.UU. podría desbloquear los procesos de paz con el Gobierno de Kabul. “Si esto permite emerger la facción moderada, podría ayudar en los procesos de paz”, indica Ahmed Rashid, un especialista paquistaní, citado por AFP.
De cualquier modo, todo ahora indica que, de momento, el sucesor de Mansur a la cabeza del grupo armado será su “número dos”, Sirajuddin Haqqani, líder de un grupo más radical del mismo nombre, estrechamente vinculado a los talibanes, y responsable de grandes atentados suicidas en Kabul, la capital afgana.
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