"Arabia Saudí con sus aliados seguirán su ofensiva contra Yemen hasta que Ansarolá se retire y deponga sus armas", ha asegurado este domingo el secretario general de Liga Árabe (LA).
"Arabia Saudí con sus aliados seguirán su ofensiva contra Yemen hasta que Ansarolá se retire y deponga sus armas", ha asegurado este domingo el secretario general de Liga Árabe (LA), Nabil al-Arabi en Sharm el Sheij, en Egipto, en el segundo y último día de una cumbre de jefes de Estado de los países árabes.
En otra parte de sus declaraciones respecto la amenaza del grupo takfirí EIIL (Daesh, en árabe) el máximo responsable de LA ha afirmado que la región vivía bajo la amenaza de una fuerza “destructiva” que pone en peligro “la diversidad étnica y religiosa”.
Según los analistas, el principal objetivo de la operación contra Yemen de Arabia Saudí, de nombre Asifat al-Hazm (Tormenta Decisva), es propiciar los intereses del régimen israelí y de EE.UU. en la región, así como debilitar la influencia de Ansarolá, movimiento que, de hecho, lucha contra los grupos terroristas vinculados con Al-Qaeda y EIIL (Daesh, en árabe), lo que, además, pone en entredicho la lucha contra Daesh de EE.UU.
Por su parte, el presidente de Egipto, Abdel Fatah al-Sisi, ha anunciado en la misma jornada que los países árabes han acordado formar una fuerza militar árabe conjunta.
"Los líderes árabes decidieron aprobar el concepto de la formación de una fuerza militar árabe", ha subrayado el presidente egipcio, durante la clausura de la cumbre de LA.
En su breve anuncio, Al-Sisi se limita a indicar que la creación de dicha fuerza militar responde a los "grandes desafíos" a los que se enfrenta el mundo árabe.
Según la resolución adoptada por la LA, una comisión de altos funcionarios de cada Estado miembro, bajo la supervisión de sus respectivos jefes de Estado Mayor, tendrá un mes para presentar recomendaciones sobre la composición de la fuerza, sus objetivos, su puesta en marcha y su presupuesto. Dichas recomendaciones deberán ser aprobadas en los cuatro próximos meses por los ministros de Defensa de los distintos países árabes.
Mansur Hadi, expresidente de Yemen, presentó su renuncia al poder el pasado mes de enero, después de que su Gabinete encabezado por el primer Ministro Jaled Bahah presentara su dimisión, pero al mes —y con el apoyo, probablemente a instancias, de Arabia Saudí y EE.UU., países contrarios a que en Yemen gobierne un movimiento popular e independiente como Ansarolá que no siga sus dictados— se retractó de la dimisión presentada y eligió la ciudad de Adén (sur), como sede.
Tras su huida, los medios de comunicación árabes y extranjeros trataron de dar legitimidad al fugitivo mandatario y, con la luz verde de EE.UU., allanaron el terreno para que Riad iniciara la presente agresión militar contra los revolucionarios yemeníes.
Según los analistas, el principal objetivo de la operación contra Yemen de Arabia Saudí, de nombre Asifat al-Hazm (Tormenta Decisva), es propiciar los intereses del régimen israelí y de EE.UU. en la región, así como debilitar la influencia de Ansarolá, movimiento que, de hecho, lucha contra los grupos terroristas vinculados con Al-Qaeda y EIIL (Daesh, en árabe), lo que, además, pone en entredicho la lucha contra Daesh de EE.UU.
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