“La entrega de la petición no es más que una etapa de la campaña por el boicot militar a Israel y por el fin de toda colaboración militar entre Suiza e Israel”, comunicó el día anterior la rama suiza del BDS.
“La entrega de la petición no es más que una etapa de la campaña por el boicot militar a Israel y por el fin de toda colaboración militar entre Suiza e Israel”, comunicó el día anterior la rama suiza del movimiento internacional a favor del Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) al régimen de Tel Aviv (aquí con más fotos, en francés).
Eran, a fecha del 25 de febrero, 22.658 las firmas recogidas en papel por los activistas y 6220 las realizadas a petición electrónica titulada No a la compra de drones israelíes (en francés: Non à l’achat de drones israéliens).
Aparte de la petición, BDS ha enviado una carta a los parlamentarios federales suizos para pedirles que renuncien a la compra de los seis drones, junto a una hoja de denuncia de las actividades de la compañía israelí Elbit Systems.
El Departamento Federal de Defensa suizo prevé, de acuerdo con su programa armamentístico para 2015, comprar esos aviones de tipo Hermes 900 por 250 millones de francos (más de 260 millones de dólares estadounidenses).
Además de la cooperación con el régimen israelí en asuntos militares y de seguridad, BDS ha anunciado que dedicará sus esfuerzos a combatir “los vínculos académicos entre Suiza e Israel en materia de investigaciones”.
Los impulsores de la petición denuncian la participación criminal de Elbit Systems en la campaña de guerra israelí contra Gaza del pasado verano boreal, que dejó, según el último informe del Ministerio palestino de Sanidad, al menos 2310 muertos, en su mayoría civiles.
Los ataques israelíes destruyeron o dañaron además 18 mil viviendas, dejando sin casa a unos 108 mil palestinos, según datos de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA, por sus siglas en inglés).
Asimismo, los israelíes destruyeron 26 escuelas y dañaron 122, y causaron severísimos daños a las redes de distribución de agua y electricidad. También destruyeron hospitales y edificios de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
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