El estudio, realizado por el zoólogo Daniel Brooks, del Laboratorio de Parasitología Harold W. Manter de la Universidad de Nebraska (EE.UU.), sostiene que debemos esperar la aparición de nuevas enfermedades debido a que el cambio climático altera el hábitat de cultivos, animales y seres humanos, atrayendo a nuevos patógenos a los que nunca antes habían sido expuestos.
Brooks y su colega Eric Hoberg han observado personalmente cómo el cambio climático ha afectado a muy diferentes ecosistemas. Durante su carrera, Brooks se ha centrado principalmente en los parásitos que habitan en los trópicos, mientras que Hoberg ha trabajado principalmente en las regiones árticas.
Cada uno de ellos ha observado la llegada de especies que no habían vivido previamente en esa zona y la desaparición de otras, ha señalado Brooks.
Estos científicos piden un “cambio conceptual fundamental”, reconociendo que los patógenos conservan capacidades genéticas ancestrales que les permiten adaptarse a nuevos anfitriones rápidamente.
De hecho, los nuevos anfitriones son más susceptibles de infectarse y enfermar, ha resaltado Brooks, porque todavía no han desarrollado resistencia al nuevo patógeno.
“Tenemos que admitir que no estamos ganando la guerra contra las enfermedades emergentes”, ha recordado Brooks, agregando que “no nos estamos anticipando a ellas. No estamos prestando atención a su base biología, de donde podrían provenir y el potencial de introducción de nuevos patógenos.”
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