El precio del pase para abordar a la cámaras que cruzan a propios y extraños por el río Suchiate es mínimo, el equivalente a 50 pesos mexicanos o 2.5 dólares estadounidenses, comparado con la enorme ilegalidad que impera en la línea fronteriza entre México y Guatemala.
En el límite con Guatemala, diariamente cientos de personas trafican con mercancías de todo tipo: desde utensilios del hogar, productos de la canasta básica, verduras y alimentos, hasta combustible, animales de corral y piezas automotrices.
Es un espectáculo observar a los hombres que luchan contra la agresividad de las corrientes de agua tirando sus improvisadas embarcaciones, alrededor de 250 en total, observados con el beneplácito y la indiferencia de las autoridades.
Guatemaltecos y mexicanos han formado hordas para el tráfico, sin embargo, ese no es el mayor de los problemas, pues a oscuras o a la vista de autoridades migratorias y aduanales, el tráfico de humanos, la trata de personas, además de drogas, es el pan de cada día.