El Gobierno de Torra ha nacido tras la destitución fulminante de Mariano Rajoy en España y la llegada al poder de Pedro Sánchez, que abre una nueva etapa del conflicto.
Con este acto solemne, Cataluña ha configurado finalmente un Gobierno independentista y ha recuperado sus instituciones autónomas, despojándose de la intervención del Estado. El gabinete de Torra, formado por 8 hombres y 6 mujeres, ha reivindicado la legitimidad de Carles Puigdemont, se ha mantenido fiel al mandato del 1 de octubre y ha pedido dialogar con el nuevo presidente español, Pedro Sánchez.
Sin euforia por el levantamiento del 155, Torra ha prometido recuperar leyes sociales suspendidas por el Tribunal Constitucional de España y un plan de choque para resarcir los efectos de la suspensión de la autonomía. Los políticos de Partido Popular (PP) y Ciudadanos han rechazado asistir al acto y sí lo han hecho distintas autoridades y familiares de los presos políticos y en el exilio.
Tanto la ciudadanía como los representantes políticos soberanistas han acogido con cierto escepticismo al nuevo Gobierno español, aunque con la esperanza de iniciar un nuevo periodo de distensión.
La toma de posesión en la Generalitat ha significado el fin de un ciclo y el inicio de una etapa con nuevos interlocutores y por ahora buenas palabras.
No obstante, la carpeta catalana está llena de agravios y cuestiones pendientes, empezando por los políticos en prisión y el extranjero cuya liberación Torra ha puesto como objetivo principal de su mandato. Además, se tendrá que gestionar las demandas favorables al derecho de autodeterminación y la independencia que siguen, a pesar de todo, vigentes.
Oriol Puig, Barcelona.
mhn/nii/
