A cuatro días de las elecciones presidenciales en Brasil, los principales candidatos, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva y el ultraderechista, Jair Bolsonaro, actual presidente del país, hacen sus últimos esfuerzos por ganar votos.
El exmandatario recordó los logros de su gobierno, especialmente en la creación de empleo y en el sector educativo. Sostuvo que el país no merece pasar las penurias que pasa con Bolsonaro como presidente.
Bolsonaro, por su parte, protagonizó una caravana de motociclistas y en su discurso al final del recorrido, en la ciudad costera de Santos, cargó una vez más contra Lula. Lo tachó de ladrón, pese a que ha sido absuelto de toda culpa por parte de la justicia, en los cargos se había en su contra.
Entre tanto, el presidente del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes, dijo a decenas de observadores internacionales que la Justicia brasileña garantizará plena libertad de voto y seguridad en las elecciones.
“La seguridad y libertad del voto serán garantizadas tanto con la observación del secreto absoluto de voto, que está plenamente asegurado por las máquinas de votación electrónica, como con el respeto a la amplia y civilizada libertad de la discusión política, eliminando toda posibilidad de violencia, coacción o presión por parte de grupos políticos o económicos”, aseguró.
La campaña electoral ha polarizado a Brasil más que nunca. Los brasileños están profundamente divididos sobre a quién elegirán para gobernar el gigante sudamericano durante los próximos cuatro años.
Todas las encuestas de intención de voto sitúan a Lula como claro favorito. El reciente sondeo de Ipec mostró que se elevaron las posibilidades de que Lula sea elegido en la primera vuelta.
mrg/tqi
