• Organizaciones y voluntarios intentan sacar de las calles a menores que tienen conflictos con la ley penal | Minidocu
jueves, 20 de junio de 2024 23:05

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los países con mayores niveles de desigualdad económica tienden a presentar mayores tasas de mortalidad por violencia, y dentro de cada país violento la tasa más elevada corresponde a quienes viven en las comunidades más pobres.

Y Guatemala es un país desigual, pobre y violento. Según el Banco Mundial (BM), en 2011 Guatemala ocupaba el noveno puesto en el mundo y el cuatro en la región en el ranking de la desigualdad, y ocupa el segundo lugar como el país de mayor riesgo de un crimen violento del mundo, según el Índice de Criminalidad de  la consultora Verisk Maplecroft (superando a México y Honduras y El Salvador).

La pobreza y sus consecuencias arrastran a miles de menores de edad a integrarse a las pandillas o a grupos criminales que los utilizan para las extorsiones o para sicariato y trata de blancas. Los menores cuando son capturados van a dar a una de las cárceles diseñada para jóvenes en conflicto con la ley penal, en estos centros de detención se les intenta guiar hasta que cumplen su mayoría de edad o cumplen con el castigo impuesto por los jueces de niñez y adolescencia.

Varios son los voluntarios que se ofrecen para reinsertarlos a la sociedad o brindarles mayores oportunidades en cuanto a educación y desarrollo y así poder ser más útil a la sociedad, los voluntarios se caracterizan por protegerlos incluso de su propia familia. Son varias Organizaciones que en Guatemala se dedican a tratar de sacar de las calles a los jóvenes que no encuentran una luz que los pueda guiar en sus sueños.

La mayoría de internos de los reclusorios alcanzan sólo nivel primario,  de ellos la mayoría sólo ha llegado a tercero primaria. Además, la mayoría proviene de las escuelas públicas y los coordinados por oenegés que llegan a cubrir vacíos del sistema educativo estatal.

En un círculo vicioso, los muchachos abandonan los estudios, al igual que sus padres, y se encuentran con escasas oportunidades laborales, lo que implica que muchos de los detenidos –otra vez sin cifras exactas- son jóvenes que no estudian ni trabajan. Según Galicia, un 90 por ciento de los muchachos que llegan a enfrentarse con la ley pertenece a la pandilla Barrio 18.

A falta de las estadísticas oficiales, la jueza tiene ya un perfil de los muchachos, de acuerdo a sus observaciones: los muchachos no tienen “mucha” escolaridad, y “cada uno de ellos, tiene una historia que ha incidido para que tomaran un camino equivocado en la vida y esto me motiva a enseñarles una nueva forma de vivir”.

Una jueza explica que  más del 70 por ciento de los jóvenes que llega a su juzgados es del departamento de Guatemala.

ffa/mkh

Comentarios