De Sykes-Picot a la normalización: ¡Un enviado estadounidense redefine las fronteras de la región! | El cofre de los secretos
En 1789, en un acto que revelaba una calculada estrategia, Napoleón Bonaparte dirigió una carta al pueblo de Egipto.
Sus palabras textuales resonaban con un matiz religioso: “En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso. Del comandante de los ejércitos franceses a todo el pueblo de Egipto: Sepan que Dios decretó desde el principio la destrucción de los enemigos del Islam y la destrucción de las cruces en sus manos. Decretó desde la eternidad que yo vendría de Marruecos a la tierra de Egipto para destruir a quienes la habían agraviado y cumplir la orden que había ordenado. Sepan también que el Sagrado Corán declara explícitamente en muchos versículos lo sucedido, y en otros versículos se refiere a asuntos que ocurrirían en el futuro”.
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