• Detrás de la Razón - ¿Donald Trump junto al Islam?
lunes, 22 de mayo de 2017 19:41

El primer viaje de Trump como presidente de EE.UU. es verdaderamente sorprendente, alucinante… como si yo me hubiera drogado y comenzara a ver el mundo al revés.

Se trata de un mural surrealista donde hablan los conejos y las armas se disparan por la culata. No exagero y le voy a explicar por qué. Si no comienzo así, entonces tendría que caer en la vulgaridad del insulto para defenestrar la indignación y denunciar la hipocresía más vil.

Mire usted: sólo para empezar, el presidente estadounidense, Donald Trump, después de criticar tanto a los musulmanes, de insultarlos, de tratar de humillarlos, escoge justamente un país musulmán y la cuna de los musulmanes, donde están La Meca y Medina, para realizar su primer viaje oficial como presidente de EE.UU.: Arabia Saudí.

Pero esta contradicción es nada a lo que viene, que es la explicación para entender muchas cosas. Trump llega a ese país para firmar el contrato de armas más grande jamás antes visto en la historia de EE.UU.: 110.000.000.000 de dólares en armamento para los príncipes y rey de Arabia Saudí.

Sin ningún remordimiento, le vende armas a un país que está en este momento bombardeando y destrozando niños y mujeres en el vecino Yemen (ya van más de 12 mil muertos en más de dos años), le vende armas a un país que algunos en Europa y en el mismo EE.UU. han pedido ya no darle más, pero Trump lo hace hasta bailando, de verdad, bailando, al cierre del contrato armamentístico.

Trump comenzó a bailar la danza del espadachín sin ningún estilo ni oriental, ni "medio oriental", entre los saltos de los príncipes y toda la realeza del Oriente Medio.

Pero espérese usted. Después el señor Trump recibe la medalla de oro de manos del rey saudí Salman bin Abdulaziz Al Saud, la máxima presea del país y… ¿sabe usted por qué motivo? Pues por difundir la paz y la estabilidad en el mundo, así de fácil.

Ha de ser por disparar los setenta y tantos misiles a Siria o por darle la mano al líder norcoreano, Kim Jong-un: los conejos parecen hablar en este país, en el de Alicia, el de los mil misiles, porque los Al Saud quieren ser los mejores armados en Oriente Medio.

Pero ahí no queda. Posteriormente, Trump se lanza contra el terrorismo en un discurso épico para vencer el cáncer que está matando con guerras y atentados a los hermanos del mundo.

Pero al señor Trump parece que se le olvidó algo: que ahí donde da su discurso es el país al que él mismo acusó de financiar el terrorismo y culpó del atentado del 11-S de las Torres Gemelas de Nueva York, se le olvidó que, si no él, medio mundo, incluidos políticos y gobernantes de EE.UU., han reconocido que de Arabia Saudí y de países ante los cuales habló, los árabes del Golfo Pérsico, han salido los fondos, los dineros y las ideas para fabricar, diseñar y armar a todos esos grupos que están destruyendo la paz.

Pero no queda ahí. "Más después" Trump inauguró junto al rey saudí el nuevo Centro Global para Combatir Ideologías Extremistas (SIC). Así de enferma está la cosa, un acto más fumado que no podría ser.

Trump inaugura semejante centro en uno de los países que más viola los derechos en el mundo y donde se le pega a la mujer, o donde ninguna mujer puede salir a la calle sin la presencia de su guardián, gracias a su ideología extremista: el wahabismo.

Así o más surrealista. Y para acabar la visita, el acto final del surrealismo: el presidente Trump, el rey de Arabia Saudí y el presidente de Egipto, Abdel Fatah al-Sisi, se sacan una fotografía macabra. Como si fueran los superhéroes del cosmos, tocan la esfera del poder del mundo.

Dicho sea de paso, los carteles de bienvenida en las calles de Riad, la capital saudí, decían: juntos, nos impondremos, "together, we prevail".

¿Qué hay detrás de toda esta hipocresía y contradicción? ¿Hacia dónde está tirando los dados Estados Unidos? ¿Quiere incendiar el Oriente Medio?

En Detrás de la Razón preguntamos, apoyamos la idea de justicia en cada quien y cuestionamos todo. Los analistas contestan y usted en su casa concluye. Y si la realidad hace lo que quiere, entonces nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es descubrir los ángulos que no dicen los Gobiernos ni los medios de comunicación.

El análisis, las preguntas y respuestas a las diez treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres, siete y Madrid, ocho de la tarde; México y Colombia, una de la tarde.

Por: Roberto de la Madrid.

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