Por Maryam Qarehgozlou
- Los comerciantes armenios conectaron Isfahán con el comercio global, exportando seda e importando plata, especias y artículos de lujo a través de los continentes.
- La Catedral de Vank y numerosas iglesias simbolizan la coexistencia cultural, preservando la herencia armenia y al mismo tiempo reflejando el arte safávida y la tolerancia religiosa.
Nueva Yulfa, el barrio armenio de la provincia de Isfahán, en el centro de Irán, fundado en el siglo XVII, es un vívido recordatorio del intercambio cultural, la tolerancia religiosa y la brillantez artística.
Callejuelas estrechas bordeadas de casas de ladrillos de color ocre, balcones de madera tallada y patios tranquilos te invitan a adentrarte en un distrito que parece un mundo propio.
Nueva Yulfa es un lugar que nació del exilio, pero que floreció como una de las historias más deslumbrantes de coexistencia cultural y comercio global en la historia moderna temprana.
La historia de Nueva Yulfa comienza en 1606, cuando el gobernante safávida Shah Abás I ordenó a miles de familias armenias de la ciudad de Vieja Yulfa, en el río Aras, que se trasladaran a su nueva capital.
A primera vista, parecía un desplazamiento, pero la acción de Shah Abás tenía un doble propósito: proteger a los armenios de la expansión otomana y fortalecer estratégicamente al estado safávida.

Los armenios eran conocidos como hábiles comerciantes, artesanos y diplomáticos. Al reubicarlos en el recién creado suburbio de Nueva Yulfa, al sur del río Zayandeh, el estado safávida aprovechó sus redes internacionales, que se extendían desde Ámsterdam hasta Calcuta, Manila y Venecia.
Los comerciantes armenios desempeñaron un papel central en el comercio de la seda, actuando como intermediarios entre el Imperio safávida y las potencias europeas, evitando a los intermediarios otomanos y colocando a Isfahán directamente en las arterias del comercio mundial.
Exportaban seda persa a los mercados europeos y traían plata, especias y artículos de lujo.
En cuestión de décadas, Nueva Yulfa se convirtió en uno de los centros comerciales más prósperos de Asia, conectando a Irán con el comercio mundial.
Su papel iba más allá del comercio: los enviados armenios a menudo representaban al gobernante safávida en cortes extranjeras, lo que destacaba su importancia como puentes culturales y políticos.
La riqueza que acumularon encontró expresión en sus países de origen: en casas con jardines ocultos, en bibliotecas llenas de manuscritos y, lo más perdurable, en las paredes y cúpulas de sus iglesias.
La más famosa es la Catedral de Vank, terminada a mediados del siglo XVII. A diferencia de las mezquitas persas tradicionales, su diseño fusiona las tradiciones cristianas armenias con los estilos arquitectónicos safávidas.
Su sencillo exterior esconde en su interior frescos ricamente pintados que representan escenas bíblicas junto a motivos inspirados en el arte en miniatura persa.

El museo de la catedral conserva manuscritos raros, cálices, vestimentas, Biblias antiguas y documentos que dan testimonio de siglos de presencia armenia en Irán.
Los visitantes también podrán admirar una de las imprentas más antiguas de Irán, traída a Nueva Yulfa en 1636, que inició una nueva era editorial en el país.
El Memorial del Genocidio Armenio, ubicado dentro del complejo de la Catedral de Vank, construido en la década de 1970, conmemora a las víctimas de las masacres de 1915 durante el Imperio Otomano.
Además de Vank, en Nueva Yulfa se construyeron más de una docena de iglesias más, cada una con capas de memoria y arte: Santa María con sus delicadas pinturas, San Jorge con reliquias traídas de Armenia, Belén con su ciclo de 72 frescos luminosos.
Esta libertad religiosa fue excepcional para la época. Los armenios, aunque cristianos en un país de mayoría musulmana, podían practicar su fe abiertamente y mantener sus instituciones. Su convivencia con sus vecinos musulmanes en Isfahán fue totalmente pacífica, y así continúa hasta nuestros días.
Para los musulmanes de Isfahán, el barrio se convirtió en un recordatorio viviente de que su ciudad era una encrucijada de civilizaciones, donde el llamado a la oración y el repique de las campanas de la iglesia se mezclaban sin discordia.
🌸🇮🇷 Para algunos "Es la mitad del mundo". Se trata de un popular comentario sobre Isfahán, una ciudad histórica de #Iran, que celebra su semana.
— HispanTV (@Nexo_Latino) September 17, 2025
🔹 Durante estos días la urbe milenaria también tiene una mayor atención en los medios de comunicación del país. pic.twitter.com/1BQjsmODPD
Aunque muchos armenios emigraron después del siglo XX, el barrio conserva una presencia armenia activa y Nueva Yulfa sigue siendo uno de los centros culturales armenios más fuertes de Asia occidental.
Más allá de sus monumentos históricos, Nueva Yulfa se ha hecho conocida en los últimos años por sus cafés y restaurantes, muchos de los cuales están ubicados en casas antiguas renovadas.
Las calles adoquinadas conducen a cafés donde el aroma del café armenio llena el aire y a tiendas que venden cruces de plata, alfombras y pinturas en miniatura.
Estos espacios atraen tanto a locales como a turistas, ofreciendo una escena social contemporánea junto a una arquitectura centenaria.
Los residentes musulmanes y armenios siguen compartiendo el mismo espacio urbano, y los armenios mantienen escuelas, bibliotecas y asociaciones culturales.
Fiestas como la Navidad y la Pascua todavía se celebran con gran fervor públicamente, y los vecinos musulmanes se unen en una hermosa muestra de camaradería y unión.
La historia comercial, las iglesias, los museos y la vida cotidiana de Nueva Yulfa resaltan cómo la gente logró prosperidad y preservó su identidad, lo que es evidente hoy en día.