“Deseo que todos podamos dar una nueva profundidad, nuevos compromisos, una nueva fuerza a esta operación”, afirmó el viernes Macron en la base militar francesa de Port-Bouet en Costa de Marfil.
El mandatario también dijo que París y Yamusukro han construido una “asociación estratégica”, que aborda las prioridades de la región, y puso de manifiesto “la voluntad de Francia de contribuir a reforzar el sistema de seguridad colectiva en África”.
Actualmente, hay unas 4500 tropas francesas en la región del Sahel (compuesta por Mauritania, Chad, Níger, Malí y Burkina Faso) bajo la Misión Barkhane, la cual, a juicio del mandatario galo, es “vital” para establecer la seguridad y paz.
No obstante, ha aumentado la presencia de bandas violentas, vinculadas a los grupos terroristas Al-Qaeda y EIIL (Daesh, en árabe). La Organización de las Naciones Unidas (ONU) informó en noviembre que los ataques se triplicaron en 2018.
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Además, los lugareños rechazan la presencia militar francesa y lo ven como una forma de volver a colonizar el continente africano; además, acusan a los militares galos de coadyuvar y financiar a los grupos terroristas, como Boko Haram.
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Por otra parte, la presencia europea en Sahel es vista por muchos observadores como un intento de confrontar a China y Rusia, dos países que han estado expandiendo su influencia financiera y política en todo el continente africano.
China ha superado a EE.UU. al convertirse en el mayor socio comercial de África, donde ha invertido miles de millones de dólares en ayuda y préstamos para carreteras, ferrocarriles, puertos y otros proyectos importantes de infraestructura.
Mientras tanto, los lugareños se quejan de la escasez de inversiones de Occidente, especialmente de Francia, a pesar de mantener una presencia militar prolongada.
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