Este evento anual que tiene cada vez más adeptos busca apoyar a los productores locales y congrega a miles de locales y foráneos, un festival muy parecido a la famosa Tomatina de Buñol en España.
“Me gustó mucho. Todo el mundo está haciendo amigos, tirando tomates. Es muy bueno, muy buena cultura, en mi país, Japón, no hay este tipo de eventos, por eso me gustó mucho”, explicaba un turista nipón que tomó parte el domingo en la tomatina en Colombia.
En la batalla a cielo abierto, que comenzó a celebrarse en Colombia en el año 2004, se utilizan tomates no aptos para el consumo.
Sutarmarchán Boyacá sigue la senda marcada por otras localidades que celebran su particular tomatina, como Lamarque, en Argentina, San José de Trojas, en Costa Rica, Dongguan, en China, Quillón, en Chile o Boryeong, en Corea del Sur.
Según parece, la tomatina nació tras una pelea entre jóvenes durante un desfile de los gigantes y cabezudos en Buñol en 1945 en la que llovieron las existencias de un puesto de verduras. Al año siguiente, los chicos, que recordaron aquella “batalla” como lo mejor de las fiestas, repitieron la hazaña, aunque llevando sus propios tomates de casa.
Me gustó mucho. Todo el mundo está haciendo amigos, tirando tomates. Es muy bueno, muy buena cultura, en mi país, Japón, no hay este tipo de eventos, por eso me gustó mucho”, explicaba un turista nipón que acudió a la tomatina en Colombia.
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