En un artículo publicado en The Intercept, el periodista Murtaza Hussein da una visión panorámica de los errores que llevaron al fracaso y plantea esta cuestión, ¿por qué la nación “más poderosa del mundo [Estados Unidos]” no logró consolidar un Ejército afgano operativo y eficaz?
El informe SIGAR, ¿por qué colapsaron las fuerzas de seguridad afganas?
El más reciente informe del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán, o SIGAR, publicado esta semana, arroja una luz crítica sobre lo que salió tan mal en la guerra más larga de Estados Unidos, y cómo decenas de miles de afganos de a pie fueron engañados por sus líderes y socios extranjeros para luchar y morir por una causa condenada al fracaso.
Como en muchos otros conflictos de EE. UU., esta empresa dependía, en gran medida, de contratistas y asesores que estaban “poco capacitados y experimentados para su misión”, según el reporte. Entre otras tareas, los contratistas solían ejecutar sistemas logísticos y ataques aéreos directos en nombre de los afganos.
La misión estadounidense en Afganistán había sido construir un ejército que pudiera valerse por sí mismo para hacer frente al grupo armado Talibán. Sin embargo, las filas militares afganas fueron conformadas de tal manera que solo funcionasen correctamente, mientras que los contratistas y soldados extranjeros permanecieran para administrarlas.
“Los tipos de fuerzas de seguridad que estábamos tratando de construir, que eran relativamente sofisticados y dependían de tecnología avanzada y sistemas logísticos electrónicos, simplemente no estaban dentro de la capacidad general de lo que Afganistán podría usar de manera sostenible”, comentó Jonathan Schroden, experto en Afganistán del Center for Naval Analyses, en Virginia, EE.UU. “Lo realmente condenable de lo que está en el informe es que la gente le había estado diciendo esto al Ejército estadounidense durante años”, lamentó.
Corrupción, “soldados fantasmas” y guerra sempiterna
Las divisiones étnicas y políticas dentro del gobierno dieron como resultado que los comandantes competentes fueran reemplazados por personas conectadas con los poderosos de Kabul. La corrupción en los niveles de élite era endémica. El notorio problema de los “soldados fantasmas”, reclutas que existían solo como partidas presupuestarias, pero no como miembros del servicio de carne y hueso en el campo, siguió acosando al Ejército afgano hasta sus últimos días. No obstante, decenas de miles soldados afganos sí cumplieron a cabalidad su deber durante dos décadas, y murieron luchando contra Talibán hasta que los esfuerzos se volvieron estériles.
Otra razón del fracaso de EE. UU. en Afganistán que será relevante para cualquier futuro conflicto extranjero en el que se embarque Washington: la guerra se prolongó demasiado.
El informe dice que “la duración del compromiso de EE. UU. estuvo desconectada de una comprensión realista del tiempo requerido para construir un sector de seguridad autosuficiente”. Durante un período que duró más de una década hasta la retirada final, los líderes políticos estadounidenses, reconociendo lo impopular que era la guerra en casa, a medida que aumentaban las bajas y se hacían pocos progresos en el campo de batalla, comenzaron a elaborar cronogramas sobre cuándo se dirigirían a las salidas.
Schroden señaló también el problema, destacado en el informe SIGAR, del personal y contratistas del Gobierno de EE. UU. que rotaban dentro y fuera del país en períodos cortos, lo que los lleva a repetir los mismos errores que sus predecesores. Estados Unidos continuó con su largo compromiso, sin ninguna perspectiva realista de éxito en el horizonte.
Dado el enfoque fundamentalmente defectuoso que EE. UU. había adoptado para desarrollar al Ejército afgano, es poco probable que, de pasar otras dos décadas ocupando Afganistán y luego retirarse en los mismos términos, hubiera llevado a un resultado muy diferente.
EE.UU., a la cabeza de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), invadió el país centroasiático en 2001, so pretexto de luchar contra Talibán y capacitar a las fuerzas de seguridad afganas, objetivos que nunca se cumplieron después de 20 años.
Los talibanes retomaron el poder en agosto de 2021 tras la retirada apresurada e irresponsable de las tropas extranjeras de Afganistán y el colapso del Gobierno electo del país.
Cientos de miles de afganos murieron en la supuesta guerra de Estados Unidos contra el terrorismo, mientras que el país sufre una profunda crisis humanitaria, económica y de seguridad debido al bloqueo de los fondos de la nación afgana por EE.UU. y Europa.
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