“Consideramos que la militarización de la región del Golfo Pérsico no beneficia a ningún país de la región y del mundo”, ha dicho este martes el portavoz del Gobierno iraní, Ali Rabiei, en su rueda de prensa semanal.
Ha expresado también su esperanza de que Estados Unidos “finalmente renuncie a su política intervencionista en los países de la región y detenga el aventurerismo más allá de sus fronteras”.
A la pregunta sobre la posibilidad de que Rusia, China e Irán establezcan una base conjunta en el Golfo Pérsico o en el mar de Omán, Rabiei ha contestado que las relaciones amistosas de Irán con los dos países están en su mejor momento y que “no se plantean límites para la expansión de estos lazos en todos los aspectos políticos y económicos”.
No obstante, recuerda que, como ha repetido Irán, “la seguridad en el Golfo Pérsico deben proporcionarla los Estados litorales de la región. Esta es la única manera de lograr una seguridad justa para todos los países y garantizar la paz y la estabilidad a largo plazo”.
Las declaraciones de Rabiei se producen después de que la Marina de EE.UU. anunciara la semana pasada la llegada de uno de sus submarinos de propulsión nuclear, el USS Georgia (SSGN-729), al Golfo Pérsico, zona considerada una de las líneas rojas de la República Islámica.
En reacción al despliegue del submarino estadounidense, el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Ali Shamjani, señaló el lunes que el aumento de las actividades militares del Ejército estadounidense en la región de Asia Occidental se debe al “miedo” de Washington a las consecuencias de sus acciones pasadas en esta región.
Por su parte, el portavoz de la Cancillería iraní, Said Jatibzade, dejó claro en la misma jornada que la nación defenderá a cualquier precio sus intereses nacionales. No busca tensiones con Estados Unidos, pero este país será responsable de cualquier acto de violencia en Asia Occidental.
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