La vigilia del domingo se realizó después de que un agente de la Policía de Chicago, en el centro-este de EE.UU., matara el sábado a dos afroamericanos desarmados. El adolescente Quintonio Legrier de 19 años de edad, que sufría problemas mentales y su vecina, Bettie Jones, de 55 años de edad y madre de cinco hijos.
El incidente mortal se produjo cuando la Policía recibió una llamada sobre una disputa familiar. En este sentido, los familiares de las víctimas dijeron que los efectivos policiales de Chicago recurren demasiado rápido al uso de la fuerza mortífera contra los ciudadanos.
Además sostuvieron que la reciente tragedia suscita la alarmante pregunta: ¿Por qué los agentes disparan primero y averiguan después?
Líderes de varias comunidades participaron en el acto, incluido el famoso activista Reverend Jesse Jackson, quien describió los hechos como uso “excesivo de fuerza y de disparo innecesario de armas”.
La vigilia se convirtió en una protesta contra la brutalidad policial en la misma ciudad, donde varias personas portaban las pancartas en las que se escribía “Dejen de Matarnos”.
Por separado, pocas horas tras los otros dos tiroteos, un agente de la Policía de Chicago mató a otro hombre, que, según las fuentes, estaba armado pero dejó caer su arma y levantó las manos cuando el efectivo le disparó.
La violencia policial contra la comunidad afroamericana no es un fenómeno nuevo. Entre las miles de víctimas mortales de la brutalidad policial estadounidense se encuentran Walter Scott, Eric Garner y Michael Brown, tres jóvenes de raza negra fallecidos en los últimos años.
La escalada de violencia policial y de abusos de la fuerza por parte de agentes del orden ha desencadenado un gran movimiento de protesta antirracista.
Según la agencia británica de noticias Reuters, hasta el 15 de diciembre, la Policía de EE.UU. mató al menos a 1152 personas.
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