• Arqueólogos hallan llamas enterradas hace más de 500 años en un yacimiento de Tambo Viejo, Perú.
Publicada: martes, 27 de octubre de 2020 19:31

Descubren en Perú pruebas contundentes que representan la primera evidencia arqueológica de los sacrificios rituales del Imperio inca.

Se trata de cuatro llamas, tres blancas y una marrón, sacrificadas en un ritual hace más de 500 años, en un sitio conocido como Tambo Viejo. Estaban cubiertas con brazaletes y cuerdas de colores, lo que potenciaba su valor para los dioses.

Un artículo, citado este martes por el diario argentino Clarín, revela que las llamas eran el animal predilecto de la civilización incaica o inca para los sacrificios, ya que “su valor ritual solo podía ser superado por el de los seres humanos”.

Según relatos etnográficos de colonos españoles, los incas a veces llegaban a sacrificar hasta 100 llamas a la vez, con tal de obtener buen clima u otra petición. 

Hasta el momento, no se habían descubierto pruebas definitivas de esta práctica. Solo se habían hallado a lo largo de la costa norte de Perú, pero todas databan de la civilización preinca Chimú.

La cabeza de una llama sacrificada en un ritual de los incas hace más de 500 años en Perú. (Foto: Clarín)

 

Como ocurría en los casos de los Chimú, estas llamas son ofrendas funerarias”, explica Lidio Valdez, autor del estudio e investigador de la Universidad de Calgary, que trabajó, junto a un equipo de la Universidad de Huamanga, en Perú.

Sin embargo, marca una diferencia: “Las ofrendas de llamas de Tambo Viejo no son ofrendas funerarias, sino ofrendas dedicadas a las deidades, es decir, al dios creador Viracocha y al Sol”.

Las condiciones muy secas de Tambo Viejo, en la costa sur del país, permiten una excelente conservación de los restos orgánicos. Además, los expertos explican que ayudó que los incas colocaran arena sobre las llamas durante su enterramiento.

Los arqueólogos encontraron las cuatro llamas debajo del suelo mientras excavaban unas ruinas. “Este es el primer yacimiento de su tipo. No hay nada comparable”, agrega Valdez.

El análisis no reveló pruebas de cortes en la garganta ni en el diafragma, amplía el estudio. Eso sugiere que las llamas podrían haber sido enterradas vivas. De hecho, las patas atadas también pueden apoyar esta interpretación.

La datación por radiocarbono sugiere que el ritual tuvo lugar hace unos 573 años.

msm/anz/ftm/rba